Un laboratorio estadounidense ha
logrado en un ensayo reducir de forma drástica la acumulación de
grasa en las paredes arteriales (principal causa de las
enfermedades coronarias). El ensayo ha consistido en inyectar a 36
pacientes una molécula artificial similar al llamado colesterol
bueno. Tras sólo cinco semanas y cinco inyecciones, la placa
de grasa en las arterias se redujo un 4%, el equivalente a años de
tratamiento farmacológico. El resultado abre una importante vía
para tratar las dolencias coronarias, afirma Luis Masana,
presidente de la Sociedad Española de Arteriosclerosis.
El ensayo se basa en un descubrimiento de hace 30 años, cuando
un grupo de investigadores se encontró con que los habitantes del
pueblo italiano de Limone sul Garda, cerca de Milán, tenían una
salud coronaria envidiable. Pese a ello, sus niveles de HDL
(lipoproteínas de alta densidad en inglés, el llamado
colesterol bueno) eran muy bajos. Los científicos descubrieron
el motivo de la paradoja: este grupo de población presentaba una
mutación genética que afectaba a una de las proteínas del
colesterol bueno de forma que aumentaba su capacidad de
absorber la grasa de las paredes arteriales. Esta alta eficacia
permitía a los habitantes de Limone mostrar una espléndida salud
arterial pese a tener unos niveles bajos de HDL. La molécula se
llamó apoproteína AI-Milano en su honor.
La novedad del ensayo, que se ha desarrollado en una decena de
centros de Estados Unidos bajo la dirección de Steven Nissen, de
la Clínica de Cleveland (Ohio), es que se ha utilizado una forma
sintética de la citada proteína para aprovechar sus propiedades.
La proteína actúa como un papel secante y arrastra la grasa de las
paredes de las arterias, explica el presidente de la Sociedad de
Arteriosclerosis.
Posibles patentes
Los científicos habían buscado la manera de usar las propiedades
de esta proteína para combatir las placas de las arterias, sobre
todo las coronarias. Pero había un problema: el uso de una
proteína de la sangre de las personas tenía muchos riesgos, entre
ellos el del rechazo o la posible transmisión del virus del sida o
la hepatitis. Además, la fuente de materia prima era muy reducida,
añade Masana.
El empleo de la molécula sintética, cuya patente es propiedad
del gigante farmacéutico Pfizer, elimina estos inconvenientes. Al
tratarse de una proteína sintética puede patentarse. El ensayo lo
ha financiado la empresa Esperion Therapeutics, y ha sido
publicado en el número de ayer de la revista de la Asociación
Médica de EE UU, JAMA.
El control del avance de los depósitos de grasas (las llamadas
placas de ateroma) en la pared arterial se hizo mediante una
ecografía intracoronaria. En el grupo de los 11 voluntarios que
recibieron inyecciones de placebo (una solución salina), la placa
aumentó un 0,14% durante las cinco semanas que duró el
experimento.
"Los resultados del ensayo confirman lo que se había visto ya
en animales de laboratorio, pero hay que tomarlos con precaución
debido al reducido número de participantes y el escaso tiempo que
ha durado de ensayo", indica el presidente de la Sociedad Española
de Arteriosclerosis.
"Los resultados de este estudio son sorprendentes incluso para
los más optimistas de quienes apoyaban la idea de hacer de las HDL
el blanco de las terapias para la arteriosclerosis", afirma el
editor de JAMA, Daniel Rader. "Si este concepto se confirma
en el futuro, algún día los pacientes con síndromes coronarios
graves podrán recibir terapias con inductores de las HDL para
obtener un rápido progreso y una estabilización de sus lesiones",
opina.
El colesterol es una molécula necesaria para el ser humano, ya
que forma parte de las paredes celulares, de los ácidos biliares y
de la vitamina D. Se obtiene a partir de las grasas saturadas de
los alimentos animales, pero sobre todo porque el hígado lo
fabrica. Esto explica que los vegetarianos no carezcan de
colesterol, y que muchas veces una dieta no baste para controlarlo
y haya que recurrir a la medicación. El ejercicio, que estimula la
circulación, ayuda a movilizarlo. El tabaco, en cambio, es un
factor de riesgo y fomenta que se acumule.
Como el colesterol no es soluble en la sangre tiene que formar
compuestos con proteínas para circular por los vasos sanguíneos.
Estos compuestos pueden ser de dos tipos: las HDL o colesterol
bueno, que además de transportar el colesterol lo retiran de
las paredes de las arterias, y las LDL o colesterol malo,
que tiende a depositarlo en esas paredes en ciertas
circunstancias.
Los análisis de sangre no miden los niveles de colesterol, sino
los de las lipoproteínas de alta densidad (HDL) y las de baja
densidad (LDL). El máximo recomendado para una persona sana de la
suma de los dos tipos es de 200 miligramos por decilitro de
sangre. Esta suma se desglosa en un mínimo recomendado de 40
miligramos de HDL y menos de 150 de LDL.
Según la Encuesta Nacional de Salud de 2001, el 10,9% de los
adultos había sido diagnosticado de colesterol alto. De ellos,
prácticamente todos (el 10,8%) tomaban medicación para bajar los
niveles. Pero estos casos son sólo los que tienen un colesterol
excesivo (mas de 250 miligramos por decilitro entre los dos
tipos), matiza Masana. "En verdad, más del 50% de los adultos
supera los 200 miligramos", indica.
Hipertensión y trombos
El riesgo de tener altos niveles de colesterol está en que puede
acumularse en las arterias. Ello las endurece, lo que provoca una
subida de tensión porque obliga al corazón a bombear la sangre con
más fuerza. Además, los estrechamientos impiden el riego de
órganos vitales y fomentan la creación de coágulos (trombos), que
pueden llegar a taponar los capilares que llevan el oxígeno.
El estudio "confirma y refuerza la importancia de las HDL en su
capacidad de extracción de colesterol en cuanto a su repercusión
clínica. Si aumentamos las HDL mejoramos las lesiones ateromatosas",
afirma Masana. Además, "certifica el papel principal del
colesterol en la composición de las placas, especialmente de
aquéllas que son más frágiles y con mayor tendencia a
complicarse", añade el especialista.
El avance será de aplicación sobre todo en los casos más
graves, como los pacientes con angina de pecho o infarto, indica
el médico. El método de administración del nuevo compuesto (una
inyección semanal) es demasiado complicado para que pueda
sustituir a los actuales tratamientos farmacológicos. |