4º de la ESO.  LECTURA 3ª

 

 

OVIEDO - LA NUEVA ESPAÑA  17 de agosto de 2004 

Reflexiones sobre la explotación de rocas industriales en el monte Naranco

MANUEL GUTIÉRREZ CLAVEROL

 

 

 

Siguiendo idéntica tónica de artículos precedentes sobre la minería subterránea desarrollada en el monte Naranco, se completa con el presente la actividad minera acontecida en la montaña ovetense por excelencia.

Además de yacimientos de hierro y carbón, existieron explotaciones de rocas industriales: calizas y dolomías, cuyo beneficio perdura hoy en día. Se desconocen las fechas del comienzo de utilización de este tipo de materiales, pero al menos en 1880 ya se trabajaban canteras de caliza en Arnedo y Fitoria con destino a la construcción de carreteras, calles y edificios de Oviedo. También es conocido que hacia 1897, en la construcción de la cárcel de Oviedo, se bajaba piedra del Naranco utilizando como medio de transporte el ferrocarril minero.

El laboreo de canteras y, en general, todo tipo de minería a cielo abierto, genera un cierto temor social de una actuación inmisericorde para el medio geológico. Aunque, en mi opinión, no se debe confundir la salvaguarda de la naturaleza con su intangibilidad a ultranza, no son de recibo las actuaciones que se han desarrollado, y aún hoy tienen lugar, en el entorno del Naranco, singularmente en la falda que avista al Norte. Se echan en falta iniciativas restauradoras que minimicen la agresión producida por las actividades antrópicas, pudiendo calificarse las acciones llevadas a cabo como «minería de rapiña» y en consecuencia deben ser condenadas sin paliativos.

En el Naranco se benefician rocas carbonatadas con doble destino, tanto para áridos como para fundentes de la industria siderúrgica. La caliza (carbonato cálcico) y la dolomía (carbonato cálcico-magnésico) son los fundentes básicos más comunes en metalurgia ferrosa y no ferrosa (con ellos se logra disminuir el peso específico y la temperatura de fusión de la escoria).

Uno de los materiales que mejor cumplen las especificaciones exigidas en el ámbito de los fundentes, esencialmente el factor de alcalinidad, es la denominada «caliza de montaña», de la que existen volúmenes ingentes en el monte carbayón. La principal cantera del Naranco que beneficia esta «caliza de montaña» pertenece a Ensidesa, luego Aceralia y hoy Arcelor, y constituye una de las mayores explotaciones de rocas carbonatadas de Europa; se ubica en la ladera septentrional de la sierra, en la zona dominada por los cerros de El Cogollo y Los Cuarteles.

El permiso de apertura de estas canteras fue solicitado al Ayuntamiento de Oviedo el 22 de junio de 1963 (archivos del Ayuntamiento de Oviedo) y en él se señala que la Empresa Nacional Siderúrgica «consume en sus instalaciones de hornos de cal, hornos altos y hornos de acero gran cantidad de caliza, lo que obliga a investigar las posibles existencias de la misma en lugares de fácil acceso en esta provincia. Y existiendo indicios de que en terrenos patrimoniales de ese Ayuntamiento, sitos en la zona de Brañes, pudiera existir piedra caliza en condiciones y cantidad suficientes para cubrir las necesidades del consumo a que se ha hecho referencia durante un largo plazo, sería de gran conveniencia y utilidad la realización de calicatas y sondeos en dichos terrenos, como trámite previo al expediente de expropiación forzosa que se está preparando».

Las canteras del Naranco explotan calizas grises, generalmente masivas e irregularmente dolomitizadas, presentando, en general, todo el macizo rocoso una importante karstificación. Puntualmente, los contenidos en óxido de magnesio son elevados pudiendo llegar a alcanzar cifras del 20-25 por ciento. El interés de esta materia prima para utilizarla como fundente coadyuvó a que se realizaran estudios precisos (especialmente en 1985) sobre la extensión de la masa de dolomía en áreas restringidas del ámbito de las canteras. Con los datos facilitados por sondeos mecánicos se realizó una cubicación del orden de 85 millones de toneladas de material dolomítico.

De manera genérica, son este tipo de explotaciones mineras las que ocasionan mayores efectos no deseables sobre el medio ambiente debido a la dureza y consistencia del material. Por un lado, se producen efectos instantáneos debidos a las detonaciones de las cargas explosivas utilizadas en las voladuras. Este impacto origina molestias auditivas y vibraciones -por transmisión de ondas- amén de potenciales daños en las edificaciones cercanas e inestabilidades en los taludes.

A los anteriores hay que añadir unos efectos temporales producidos por el uso de maquinaria pesada, sondas de sondeos y en las plantas de tratamiento (machaqueo y clasificación). Provocan intensificaciones en la cuantía de los decibelios y la emisión de gases y polvo a la atmósfera. Por último, existen efectos permanentes, caracterizados por su descollante impacto visual, debido tanto a los cambios morfológicos de la orografía natural, como a las modificaciones cromáticas que se introducen en el entorno ¡Y menos mal que la zona afectada por los arañazos (mejor, zarpazos) mineros apenas se ve desde Oviedo!.

En las canteras del Naranco son perceptibles los tres tipos de efectos mencionados, produciéndose un resultado sinérgico, ya que al actuar conjuntamente refuerzan el impacto que causarían de manera individual. Parece inconcebible la ausencia de restauraciones paisajísticas (recubrimiento con tierra, plantación de especies arbustivas o arbóreas, etc.) que resten las secuelas antiestéticas de estos deterioros mineros.

En el marco del plan integral para la recuperación del Naranco debería contemplarse esta problemática medioambiental para solventar la anacrónica situación creada. Se trataría de racionalizar la vigilancia de estas explotaciones y forzar la realización de planes de restauración medioambientales que reduzcan el agresivo impacto visual que ocasiona alguna de ellas.

Aunque resulta necesario el abastecimiento de materias primas para la industria, también es ineludible e inexcusable el respeto al medio natural.

Manuel Gutiérrez Claverol es doctor en Geología y profesor de la Universidad de Oviedo.